Cantabria también es un destino ideal para quienes disfrutan de la montaña. La Cordillera que separa la zona costera de la Meseta y los valles que vierten sus aguas al Mar Cantábrico es un entorno natural increíble, ideal para todo tipo de actividades al aire libre, tanto en verano como en invierno. También los valles del sur, menos conocidos desde el punto de vista turístico, nos ofrecen atractivos suficientes para merecer una visita. Además de belleza natural y actividades de ocio, la montaña cántabra esconde un rico patrimonio cultural y una gastronomía que hará las delicias del visitante.
El Camino de Santiago, en su variante costera, atraviesa Cantabria de este a oeste. La ruta jacobea cruza Cantabria en su discurrir hacia la ciudad compostelana y en diversas etapas permite al peregrino disfrutar de paisajes incomparables y localidades como Castro Urdiales, Santoña, Santillana del Mar o Comillas. Menos conocido es el Camino Lebaniego, una ruta que une Santander con el monasterio de Santo Toribio de Liébana, situado cerca de Potes, en los Picos de Europa, donde se guarda la Vera Cruz o “Lignum Crucis”, el fragmento más grande que se conserva de la Cruz de Cristo. Esta ruta es también una bonita forma de conocer la Cantabria interior, ya que es una variante del propio Camino de Santiago: desde la localidad de Unquera se toma el camino hacia el sur para llegar hasta el monasterio de Santo Toribio de Liébana y posteriormente se puede volver hasta Unquera y seguir por el camino de la costa o se puede enlazar con el camino del sur a través de Mansilla de las mulas.
Desde Taxiberia os queremos recomendar un par de rincones de Cantabria que no son demasiado conocidos. Son lugares en los que el visitante es capaz de pulsar la verdadera esencia de los habitantes de estas tierras, en los que podrá conversar con los lugareños y disfrutar de paisajes, sabores y olores únicos.
El primer enclave que os queremos recomendar es el barrio de Rucoba de Limpias, muy cerca de Laredo, donde se alza la Iglesia de San Pedro Apóstol o Santuario del Cristo de la Agonía, también conocido como Cristo de Limpias. Este enclave escondido entre montañas guarda el encanto del pasado, donde el tiempo parece haberse detenido entre antiguas casas señoriales y la iglesia que alberga la escultura del Cristo. Junto a la Iglesia, varios establecimientos ofrecen el clásico chocolate con picatostes, una merienda clásica que también nos habla del pasado, de cuando la bebida caliente elaborada con el cacao traído de América se popularizó entre las clases altas de la sociedad española, allá por el siglo XVII.
Otro lugar de Cantabria donde podemos disfrutar de un buen chocolate, en este caso con los típicos churros, es Liérganes. Esta localidad se encuentra situada en la comarca de Trasmiera y aun hoy en día podemos visitar su hotel balneario, que, alimentado por dos manantiales y situado en medio de un parque de árboles centenarios, conoció su esplendor a principios del siglo XX. Actualmente, tras pasar por una larga etapa de abandono, se encuentra restaurado y en pleno funcionamiento.
En Liérganes también es obligada la visita al barrio de Mercadillo, una sucesión de estrechas calles y antiguas casas blasonadas, entre las que destaca la Casa de los Cañones, y en el que podremos realizar compras en coquetas tiendas de artesanía y antigüedades. También es recomendable ver el Puente Gótico o Puente Mayor, construido en el siglo XVII y que conserva un viejo molino a su vera, junto a la estatua del Hombre-pez, el protagonista de una leyenda local que cuenta como un joven de la localidad salió a nadar al rio Miera y apareció en la bahía de Cádiz cinco años después.
Esperamos que estas pistas hayan despertado tu interés por visitar unas tierras que seguro van a colmar tus expectativas, porque lo mejor está siempre por descubrir cuando estamos en el destino deseado.